Abinader y los decretos perdidos

La guerrita fratricida que ralentiza la administración del Partido Revolucionario Moderno podría sacarlo del poder como ocurrió en 1986 con su padre, el PRD, luego de dos periodos signados por luchas intestinas que llevó al presidente Antonio Guzmán al suicidio y, al cruzar al litoral opositor, el encarcelamiento de Salvador Jorge Blanco. Pasarían 14 años para regresar al gobierno y salir de inmediato, tras la locura reeleccionista en medio de la quiebra bancaria y “domar banco” otros 16, divididos y repetida la historia de asaltos a locales y balaceras.

Desmemoriados, los perremeistas, que casi todos se creen presidenciables, han regresado temprano a aquellos viejos juegos de ser oposición y gobierno y accionar contra compañeros asumidos como enemigos políticos. “Del gobierno que se encargue Luis (Abinader); total, ya él se jubiló”, parece ser la consigna de algunos.

Esos que evaden dar la cara por el gobierno, como ocurrió cuando el mandatario intentó pasar la frustrada reforma fiscal, solo están empeñados en ampliar sus equipos de trabajo y hacerse del apoyo de plataformas de comunicación y de mercenarios mediáticos. (Si algunos de estos últimos, costosísimos, ejerciera real influencia, el candidato peledeista Gonzalo Castillo hubiese obtenido la totalidad de los votos de los casi 8 millones de electorales registrados en el padrón del 2020).

Se privilegia la promoción personal, en muchas ocasiones insulsa, desvinculada de la labor colectiva oficial. Y se alienta y hasta se paga la crítica al “enemigo” que está en otro cargo. La extorsión está de fiesta.

El segundo cuatrienio cuenta solo con 3 meses y 9 días, y el gobierno parecería cansado con muy pocos funcionarios dispuestos a arrimar el hombro para echar adelante la administración.

Abinader patina frente al reto de dinamizar la economía sin los recursos de una reforma fiscal y la necesidad de relanzar el gobierno.

Los decretos de cambios de funcionarios se han quedado engavetados y algunos incompetentes se centran en minar a los eficientes como peligroso mecanismo de distracción.

Cuando los funcionarios se sienten tan seguros y “dueños” de sus ministerios o direcciones generales se desenfocan y solazan rindiendo culto diario a su ego. Solo quieren escuchar elogios y que eso se amplifique, sin importar lo que cueste… al contribuyente.

Urge una sacudida para beneficio del país y de la administración de un presidente con fecha de vencimiento y que se construyó un sólido valladar que le impide regresar.

Abinader requiere la energía gubernamental de sus inicios y que el respeto a su figura se aproxime algo a temor a perder el asiento que permite presupuestos que convierten a inanimados personajes, en “líderes” y figuras “populares”.

Algunos funcionarios deben verse en el espejo de pedantes figuras de los gobiernos del PLD que creían disputar espacio a los presidentes y poderes fácticos y que al quedarse sin carteras empequeñecieron de inmediato. Sin invitaciones a los actos sociales y escasas felicitaciones de cumpleaños, aunque hayan podido acumular grandes fortunas.

No es verdad que el PRM gana con cualquiera y como quiera, pese al control absoluto en lo municipal y lo congresual, que le permite incidir en todos los espacios de escogencia de autoridades nacionales. En ambos niveles, la oposición prácticamente no cuenta.

Sin embargo, los hijos de Bosch, suman cerca del 40 por ciento y los errores del gobierno son muchos con el activo perremeista más importante fuera de la competencia del 28.

Balaguer regresó luego de los 8 años de pleitos perredeistas, con la apuesta a la experiencia, de que sabía lo que había que hacer.

Leonel Fernández lo intentará frente a “los muchachos”, si no se impone el relato que él representaría el pasado.