Casados sin derechos, los matrimonios gay esperan la legalización en la India

Nueva Delhi (EFE).- Aditya Advani y Michael Tarr se dieron el “sí quiero” hace tres décadas en Nueva Delhi, en una ceremonia familiar presidida por un sacerdote hindú, pero la falta de reconocimiento oficial a las uniones homosexuales en la India les ha supuesto multitud de problemas que otros “dan por sentados”.

Con las peticiones ante el Tribunal Supremo para validar los matrimonios homosexuales, que el máximo órgano judicial de la India empieza a analizar mañana, las expectativas de Advani, de nacionalidad india, y Tarr, estadounidense, y de la comunidad LGTB nunca han estado tan altas a pesar de la oposición del Gobierno.

Problemas que otros dan por sentados

“Nos conocimos hace 30 o 32 años y un tiempo después vinimos a la India a visitar a mis padres, y a mi madre se le ocurrió la idea de que podríamos casarnos, así que pensamos que era una buena idea”, relató a EFE Advani, un arquitecto paisajista que regresó a la India hace una década tras vivir en Estados Unidos durante años.

Desde el estudio de Advani en un barrio acomodado de la capital india, Tarr recordó con una sonrisa lo espontáneo de la ceremonia, organizada en una semana y con los oficios de un sacerdote hindú.

“No se hacían planes como ahora”, explicó Tarr.

Aunque a los ojos de sus familiares y amigos, Advani y Tarr lleven casados tres décadas, y a pesar de que en EE. UU. son pareja de hecho, la falta de reconocimiento es “un problema” en la India, donde una ley británica de más de 150 años criminalizaba las relaciones entre personas del mismo sexo hasta que se tumbó por el Supremo en 2018.

Los problemas van desde el estatus de turista de Tarr, que lo dejó fuera del país durante la pandemia del coronavirus, a la imposibilidad de trabajar o de abrir una cuenta bancaria.

“Es un grave problema porque tenemos hijos, somos una unidad familiar y no solo una pareja”, explicó, precisando que son padres de gemelos por gestación subrogada antes de que la India prohibiese a las parejas homosexuales tener descendencia por esta vía.

Compañeras de piso

Unas dificultades similares a las vividas por la académica Ruth Vanita, a caballo junto con su pareja entre EE. UU. y la India, que se casó en un ritual religioso en el año 2000.

“Como con muchas otras parejas de este tipo, mi esposa es considerada una extranjera legal en la India”, sin acceso a las visas de por vida que las parejas heterosexuales entre indios y extranjeros sí pueden obtener, dijo a EFE.

La falta de reconocimiento afecta de otros modos a las parejas indias.

“Una joven pareja de lesbianas, amigas mías, vivieron en Delhi durante dos años (…) una de ellas entró en coma de forma inesperada y su familia se la llevó, tomó todas las decisiones médicas y funerarias cuando murió, además de tomar todas sus posesiones”, explicó Vanita.

“Trataron a su pareja como una compañera de piso”, explicó.

Las uniones homosexuales no son nuevas en la India

La académica, autora de libros sobre matrimonios homosexuales en el país asiático, destacó que este tipo de uniones no son nuevas ni producto de la influencia occidental, como argumentan los sectores más conservadores.

“Mucha gente no sabe cuántas parejas jóvenes, de bajos ingresos y que no hablan inglés, muchas de ellas mujeres, se han casado por ritos religiosos desde al menos 1987 en todo el país”, explicó.

Léela y Urmila, dos oficiales de Policía, mujeres que se casaron con la aprobación familiar en 1987, es uno de los ejemplos más tempranos de los que Vanita tiene constancia “antes de que hubiese un movimiento gay en la India o igualdad matrimonial en cualquier parte del mundo”.

La académica ha contabilizado además más de doscientos casos de parejas homosexuales que “o se casaron, o cometieron suicidio de forma conjunta, o a veces los dos”, desde los años 80.

Vanita espera que los tribunales reconozcan los derechos de las parejas homosexuales en la India “antes o después, espero que antes”.

Una ambición que comparte Advani, para quien esta medida supondría una “normalización de millones de vidas” en un país que “nunca será intrínsecamente homofóbico”, y que en su opinión heredó la represiva actitud de la Inglaterra victoriana hacia las uniones del mismo sexo.

Mientras todos los ojos están puestos en el Supremo indio, tras descriminalizar la homosexualidad en 2018, la oposición del Gobierno al matrimonio homosexual expresada el pasado marzo causa preocupación.