Centenares de voluntarios salieron la pasada madrugada y censan indigentes sin importarles el frío invernal neoyorquino, a quienes duermen cada noche en las calles o lugares públicos de Nueva York, una ciudad en que el número de los sin techo ha alcanzado niveles históricos.
"¿Dónde duerme usted esta noche?" preguntaban los voluntarios a cada persona que erraba por las calles, fuera o no un vagabundo, como parte del censo que se realiza desde 2005 en todo el país y Puerto Rico en los últimos 10 días de enero para el Departamento de Vivienda federal (HUD).
El número de los que duermen en sitios públicos no se conocerá al menos hasta la primavera, y se unirá a la cifra de otros neoyorquinos que pasan sus noches en refugios administrados por la ciudad para determinar la cantidad de fondos federales que se asignarán para servicios a esta comunidad.
También para que la ciudad sepa cuánta vivienda necesita proveer para sus residentes.
El pasado año este censo – Homeless Outreach Population Estimante (HOPE)- arrojó que unos 3.439 personas dormían en lugares públicos (es decir, fuera de los albergues), regresando a los niveles prepandemia.
En 2021 hubo una reducción de la población, arrojando 2.376 casos, un momento en que algunos habían aceptado dormir en hoteles alquilados por la ciudad debido a que las estaciones del metro donde suelen dormir eran cerradas de noche para ser desinfectadas en la época de la covid-19.
La mayor parte de la población sin hogar duerme en los refugios de la ciudad. El lunes pasado en los albergues durmieron 69.384 personas, de los que 22.582 eran niños, de acuerdo con los datos diarios del Departamento de los Desamparados.
De acuerdo con la ONG Coalición para los Desamparados, en los últimos años, la falta de vivienda en esta ciudad ha alcanzado los niveles más altos desde la Gran Depresión de la década de 1930.
La población en los ya saturados albergues -luego de que muchos perdieran sus hogares tras la pandemia- aumentó con la llegada de 42.000 inmigrantes, algunos por su cuenta, pero en su mayoría enviados en autobuses desde Texas por su gobernador republicano Gregg Abbott.
Esta situación ha creado una crisis humanitaria y el reclamo urgente de fondos al Gobierno federal y estatal por parte del alcalde Eric Adams, que la noche del martes se personó a una escuela en Manhattan para agradecer a los voluntarios que participaban en el "censo de desamparados".
Sin embargo, este censo solo brinda un estimado. No existe una medición precisa de esta población y las encuestas recientes subestiman significativamente esa cantidad, como ha advertido en innumerables ocasiones la Coalición, que también volvió a criticar el recuento.
"Como hemos dicho una y otra vez, la Encuesta HOPE tiene fallas metodológicas graves y no tiene un valor real como herramienta para ayudar a comprender el alcance de la crisis de personas sin hogar", indicó en un comunicado.
"Lo que sí sabemos es que demasiados neoyorquinos deben recurrir a dormir en las calles y en instalaciones de tránsito porque no tienen acceso a mejores opciones" afirmó la ONG.
En un foro previo al censo, realizado por Caridades Católicas, que también brinda ayuda a los sin techo, su director ejecutivo, Kevin Sullivan recordó que lo que lleva a las personas a encontrarse sin hogar es la falta de vivienda asequible, la pérdida de empleo, la violencia doméstica, el desalojo, la adicción y problemas de salud mental.
A partir de las 21.00 hora local los voluntarios comenzaron a llegar a la escuela, uno de 14 puntos en los 5 condados desde donde saldría este "ejército", armados con su buena voluntad, varias capas de ropa para afrontar las horas que pasarían en la calle, la lista de preguntas que harían a cada persona que se encontraran y un mapa de la zona donde harían el censo.
Tras ser divididos en 17 grupos y escuchar a Adams salieron a hacer su trabajo.
Marylin Mergar fue una de ellos y lo ha hecho en varias ocasiones: "Participo porque creo que es importante para la comunidad, ya que esto ayuda a conseguir fondos y necesitamos ayudarles. Hay mucha gente que quiere ir a los refugios, que quiere ayuda, pero no sabe cómo conseguirla".
Muchos vagabundos, en gran parte con problemas de salud mental, rechazan ir a los albergues y no hay forma de obligarlos.
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