El nearshoring y grado de inversión: expresión de emprender e innovar

“Se perdonará a los líderes que no sean tan buenos como deberían ser, pero no se les perdonará que no sean tan buenos como dicen ser”. (Diane Sawyer).

El nearshoring y el grado de inversión constituyen dos conceptos polisémicos que implican enormemente, la dinámica activa del desarrollo de las fuerzas productivas y las nuevas formas de relacionamiento de las actividades y operaciones de los negocios y los niveles del alcance de la economía.

El nearshoring es la puesta en práctica de una dinámica económica, que tiene un impacto político, institucional, económico, social, geopolítico, cuya tarea nodal estriba, en gran medida, en cómo reducir costos: económico, de tiempo, de operaciones, de logística, de trazabilidad, que coadyuva como emergente sistémico al país receptor a un trabajo de mayor agregado de valor, de buscar mejor capital humano.

El crecimiento y desarrollo del nearshoring pauta a países como el nuestro, hacia un país con reglas de juegos más institucionales, a normativas de inversión más clarificadas y transparentes, a más y mejores inversiones extranjeras. El nearshoring es un catalizador sinérgico que encuentra en un verdadero círculo virtuoso, es un eje productivo que acusa un mayor grado y nivel de desarrollo organizacional y del poder institucional. Sirve como puente de una cadena de valor inconmensurable.

El nearshoring eleva el emergente de la naturaleza del trabajo, así como los nuevos lugares de trabajo, la naturaleza de la fuerza laboral y, por lo tanto, gravita en la búsqueda innovadora de nuevas carreras universitarias y técnicas que se hagan acopio de los nuevos trabajos que conciten los nearshoring en el contexto actual. El nearshoring, cuya fuente medular es la externalidad, tiene sus raíces en como empresas globales, internacionales, transnacionales, “se recolocan y se produce una descolocación” para inyectar una relocalización Esto es, localizan zonas geográficas en distintos países, donde puedan producir con igual o mayor escalamiento y, al mismo tiempo, ganar en tiempo, logística y costo.

El nearshoring, haciendo un símil y una diferencia con el outsourcing, el primero busca hacia afuera (otro país) instalaciones de empresas, relocalizadas, generando facilidades factuales para ampliar sus negocios, empero, con otras organizaciones creadas, lo que implica mayor calado de innovación. Mientras, el segundo opera en la búsqueda de servicios en la tercerización para la empresa directa, in situ. Vale decir, el nearshoring es la externalización y el outsourcing conlleva tercerización de servicios, con un capital humano que no es de la empresa.

Las empresas globales determinan los países a escoger en una variedad de índices e indicadores, para ver la validez y pertinencia de sus inversiones, en que dimensiones y en que áreas de la economía, en función de los niveles y grados de inversión y del talento humano, del clima de negocios, de la seguridad jurídica, de la seguridad pública, de la seguridad ciudadana y del poder institucional. La hoja de ruta atraviesa de manera inexcusable por la estabilidad política y del clima social.

Hace un tiempo, hablar de zonas francas era hablar de salarios bajos. Empresas maquila, de telas, con obreros y empleados que no requerían de altos niveles educativos. Eran las empresas con menos salarios promedio por sector. Fundada hace 55 años, hoy el 100% de sus 199,000 empleados son formales y ganan un promedio de 1.5 veces más que la media de República Dominicana, que es de RD$34,000.00, según la Tesorería de la Seguridad Social. Las zonas francas, como tejido productivo, canalizan una diferencia con su origen y con el agregado de valor.

Las empresas globales que desarrollan los nearshoring tienen una visión donde destacan, en cada país, la ejemplaridad, esto es, de quienes somos (cultura, idiomas, valores, desarrollo organizacional, institucional), la confianza, vale decir, como lidera ese país y, no menos importante, la inspiración, que hay detrás de toda innovación, que conlleva de manera ineluctable, de cómo conectar con el porque. Ellos determinan, en función de cada país, en qué áreas harán sus inversiones:

1) Manufactura.
2) Tecnología.
3) Turismo.

Para ello, desarrollan la apertura mental y están abiertos, siempre, a los nuevos paradigmas, tomando en consideración, como decía Peter Senge en su libro La Quinta Disciplina “En una institución de aprendizaje, los líderes son diseñadores, mayordomos y profesores”. En esa audacia de emprendedores e innovadores, que se consideran en cada país, más allá de su historia, de sus marcas, de sus empresas líderes, de su mejor know how:

1) En que es mejor y grado de diversidad.
2) Promedio de escolaridad formal, técnica y universitaria; esto es, el capital humano.
3) Nivel de competitividad, de acuerdo, por ejemplo, del Foro Económico Global.
4) La fragilidad institucional.
5) Infraestructura (capital físico, capital tecnológico, capital financiero).
6) Desigualdad, pobreza, sanidad y seguridad social.
7) Política macroeconómica y dimensión del Estado.

Porque como esbozaba el escritor y poeta James Baldwin “A los niños nunca se les ha dado muy bien escuchar a sus mayores, pero nunca han dejado de imitarlos”. En nuestro país, que somos el segundo de la región con más éxitos en el turismo, podríamos merced al nearshoring, alcanzar, con una visión muy proactiva, los 20 millones de turistas en los próximos 10-15 años; así como apuntalar empresas de alta tecnología. Esto significa llevar de US$4,000 millones de dólares, la inversión extranjera, a US$10,000 a US$12,000 millones en el tiempo de 10 años. Estamos hablando que si tuvimos que esperar alrededor de 56 años para llegar a US$4,000 millones de inversión extranjera, ahora, con las oportunidades de los nearshoring, podremos lograr multiplicar por tres en tan solo 10-15 años.

Esta revolución de oportunidades, si sabemos aprovecharla, traerá consigo las posibilidades de que logremos el grado de inversión, de manera más sistemática y sostenible, como país. ¿Qué es el grado de inversión? Es la manera como es vista a través de firmas calificadoras de riesgos, la solidez crediticia de un emisor de bonos o de una entidad gubernamental. Mientras más alto es el grado de inversión, más confianza hay en los acreedores y, por lo tanto, la tasa en los mercados de capitales, es menor. Entran varios factores para determinar el grado de inversión, por eso decimos que es polisémico.

Constituye un círculo virtuoso: más inversiones, disminución de las deudas y más baratos los bonos en los mercados internacionales. De ahí que enfaticemos, cuasi como un paranoico, en la necesidad de forjar una nueva cultura política, en redimensionar una burocracia profesional, en la dimensión de los hombres y mujeres de Estado y no en la pésima modorra de hombres y mujeres de partidos. Urge la impostergable necesidad de diseñar y llevar a cabo políticas de Estado y dejar atrás el secular atavismo del personalismo, del hiperpresidencialismo, como síndrome de la ideología trujillista.

Cada periodo de un gobernante es como si fuese el primero de la historia dominicana, nada existía antes. Es como un disruptivo de un antes y un después, como si la llegada al poder fue el umbral de una revolución y no de la sedimentación del statu quo, del establishment, allí donde solo el puntal de la diferenciación está en lo personal de un ejecutivo, en gran medida, expresión de un poder factual. Porque se nos ha olvidado, merced a la praxis política, que como muy bien señalaba Francés Hesselbeen “El liderazgo es una cuestión de cómo ser, no de cómo hacer las cosas”.

Tenemos que desarrollar una especie de polinización cruzada, donde la diversidad hoy es el epicentro para generar ideas distintas, en esta difícil complejidad que caracteriza al mundo. De ahí que no podemos seguir con aquellos que van a jugar tenis con un palo de golf, gente con parálisis paradigmática, que no entienden que cuando un paradigma cambia, todo vuelve a cero. La experiencia de ayer, sin renovación, no nos sirve de nada. Al contrario, es redituarse como quinta columna en el pasado, para expresar hoy, en el presente, un camino que no florece en el pretérito, generando solo daño y dolor, tanto en lo individual como en lo colectivo.

El nearshoring es como un ecosistema de infraestructura que nos permitirá centrarnos en la creatividad, en la innovación y ver a más largo plazo, el país que debemos de tener. Se hace necesario un sistema político más responsable para entender que el país no se agota cada cuatro años. El mundo de la innovación atraviesa desde los startups al full stack. Es la necesidad de crear construyendo la cultura del principiante permanente.

Por Cándido Mercedes.