La brecha de precios de la gasolina en Colombia finalmente ha sido cerrada y se espera que este diciembre no haya aumentos en el combustible. Sin embargo, en 2024 el país asume el reto de ponerle fin al subsidio de la mezcla de hidrocarburos y su salto a los precios internacionales.
Esta noticia, que ha sido calificada como una de las maniobras más complejas que tuvo que afrontar el primer Gobierno del Pacto Histórico, fue adelantada días atrás por el titular de Hacienda, Ricardo Bonilla, y por el presidente de Colombia, Gustavo Petro.
Antes de esta decisión, el país suramericano tenía los precios de la gasolina y del ACPM o diésel "más baratos de América Latina", por la intervención del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), que acumuló un déficit por encima de los 100 billones de pesos (25.000 millones de dólares).
Ya en junio, Petro había mostrado su preocupación por las alzas mensuales de la gasolina en su país y aseveró que estos incrementos se hacían para evitar que "los más pobres" pagaran el subsidio del combustible de "quienes tienen sus carros particulares".
En Colombia, menos del 15 % de los hogares posee un vehículo familiar, por lo que ese porcentaje –que corresponde a la clase media alta– es el que hace uso de la gasolina, recordó el mandatario. El resto de la población se mueve a través del transporte público, que usa diésel.
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Por eso, aunque las personas de más bajos recursos no usaran el combustible, prácticamente subsidiaban a los más ricos porque una parte de los recursos del presupuesto nacional se destinaban a reducir la deuda con el FEPC, que tiene como objetivo atenuar y equilibrar los precios internos y externos de los carburantes.