Bono, Paul McCartney y Freddie Mercury, cantando para el Live Aid en 1985. / PA Images via Getty Images
Si pensamos en grandes figuras de la canción a nivel mundial es fácil que nos vengan a la cabeza Freddie Mercury y Paul McCartney. Ambos con sus grupos, Queen y los Beatles, y también en solitario, han sido nombres clave para entender una forma de componer y cantar.
A muchos nos habría gustado que ambos astros unieran sus fuerzas para interpretar un dúo, y seguro que este habría sido aclamado por miles de fans. Esa canción a dos voces estuvo en realiad a punto de conseguirse, pero no pudo ser.
De sobra conocida era la amistad que unía a ambos artistas, y que se fraguó precisamente alrededor de la música. Idolatraban a Buddy Holly por igual, y eso les llevó a iniciar una amistad alrededor de la figura de este pionero del rock ‘n roll como lo entendemos hoy en día.
El ex beatle era dueño de los derechos de Holly desde su muerte, a finales de los años 50, y organizaba fiestas en su honor a las que asistían nombres de primera línea de la música de aquel entonces. Por las Buddy Holly Weeks, que así se llamaban, pasaron desde 1976 artistas como Roger Daltrey, Eric Clapton, Elton John y, por supuesto, Freddie Mercury.
En esos encuentros comenzó una relación estrecha entre ellos que fue a más con la celebración del Live Aid, ese macroconcierto solidario que se celebró en Londres en 1985 y por el que pasaron los principales nombres de la música como David Bowie, Madonna, Dire Straits o Led Zeppelin.
En ese momento, Mercury y McCartney comenzaron a madurar la idea de una colaboración. El ex beatle consideraba que su amigo tenía una de las voces más privilegiadas de la época, y quiso incluir un dueto con él en la versión europea del disco All the best de 1987. Concretamente sería One Upon a Long Go, y McCartney grabó una demo pensando en cómo se ensamblaría esta pieza con la voz de su colega.
Sin embargo, el proyecto no se terminó de cumplir. Freddie vivía una época especialmente convulsa en la que tenía muchos otros proyectos en mente, tanto con su banda como en solitario, y tuvo que rechazar la colaboración. Además, hacía muy poco tiempo que había sido diagnosticado de sida y su situación personal era complicada.
McCartney decidió finalmente grabar la canción en solitario, y a pesar de todo, consiguió entrar en la lista de singles más vendidos de Inglaterra. Poco después, en 1991, la voz de Freddie se apagaría para siempre, dejando completamente desolado a su amigo, con el que ya nunca podría volver a cantar.