Santo Domingo. – El coordinador del programa El Sol de la Mañana, Julio Martínez Pozo, rechazó este miércoles que el arte se haga más accesible a la población si se relaja el código de vestimenta o se pretenda ridiculizar el Teatro Nacional Eduardo Brito con las nuevas medidas que permite a los asistentes acudir en pantalones jeans, tenis y camisetas con mangas.
Sostuvo que los cambios impuestos por el director general del Teatro Nacional, Carlos Veitía, son “un disparate y una relajación” para quitarle la esencia a ese escenario, supuestamente para llevar más público en las presentaciones artísticas, pero ese interés de la gente en la apreciación del arte sólo se logra con educación.
“El Teatro Nacional no es una cosa para tú ir todas las semanas o todos los días, tú vas en ocasiones especiales y entonces en esa ocasión tú tomas en cuenta que no es un lugar al que tú acudes todos los días, no es un restaurante donde voy a sentarme en la terraza con frecuencia, que no es cualquier lugar. Entonces usted se prepara y va no exageradamente, pero sí siguiendo un protocolo”, añadió.
Asimismo, Martínez Pozo declaró que presentarse a un lugar sin cumplir el protocolo que se exigen no es un acto de humildad, sino de prepotencia, donde esa persona se siente que está por encima de los demás
Aseguró que después de la religión y las creencias introducidas por los judíos, uno de los mayores igualadores sociales es la vestimenta, pero no necesariamente la clase social está determinada por sus atuendos, los cuales, si transmiten al ser humano las posibilidades y la ilusión de la igualdad, punto este donde entran en juego las marcas que apelan a nombres y designaciones que son aspiracionales.
“Cuando yo me pongo una T-shirt o me pongo una camisa, esa camisa me está remitiendo a la ilusión que me da la marca de pertenecer al mundo social que la marca me transmite. Entonces la marca lo que hace es me abarata, me da las posibilidades de sentirme parte de un mundo social y entonces por eso yo no tengo que tener un bote o una lancha en la playa”, precisó.
Enfatizó, además, que la vestimenta no es una diferenciación social, sino que el capitalismo la ha utilizado como un mecanismo de dominio y de igualación en la sociedad, donde los ricos se aprovechan de esas cosas, porque saben que el pobre tiene ese anhelo.