Según el documento, el último informe de Clasificación Integrada de las Fases de Seguridad Alimentaria refleja un aumento del 16 % en la tasa de malnutrición aguda y del 22 % en la de malnutrición aguda severa en este país árabe, sumido en una guerra civil desde 2015.
El Programa Mundial de Alientos (PMA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que suscriben el texto, señalan que estos niveles están entre los más altos desde que comenzó el conflicto.
Entre las causas apuntan a las altas tasas de enfermedades contagiosas, el acceso limitado a la inmunización y a los servicios de salud para los niños y las familias, las malas prácticas de alimentación infantil y unos sistemas inadecuados de higiene y saneamiento.
A todo esto, añaden, se ha sumado el impacto de la pandemia de covid-19, que ha absorbido los ya escasos recursos del precario sistema de salud yemení.
“Más niños morirán cada día que pasa sin acción. Las organizaciones humanitarias necesitan urgentemente recursos predecibles y acceso sin restricciones a las comunidades sobre el terreno para poder salvar vidas”, afirmó en el comunicado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.
No obstante, las agencias subrayan que el año pasado el plan de respuesta humanitaria en el Yemen recibió 1.900 millones de dólares, frente a los 3.400 que requería.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, explicó que los niños malnutridos son más vulnerables a enfermedades como la diarrea, las infecciones respiratorias y la malaria”, pero que con “intervenciones sencillas y relativamente baratas se pueden salvar vidas”.