La invasión de Rusia a Ucrania cumplió este jueves dos semanas y se ha convertido en un conflicto con un final incierto, mucha devastación, acusaciones de crímenes de guerra y millones de refugiados.
La guerra en Ucrania entró este jueves en su tercera semana, con mínimos avances de las tropas rusas en el terreno, pero con bombardeos intensificados en las ciudades del sur y el este del país que tienen atrapadas a decenas de miles de personas sin mucha agua ni alimentos.
Los esfuerzos para poner fin a la guerra chocaron de nuevo con los mismos escollos. Un encuentro en Turquía este jueves entre los cancilleres de Rusia y Ucrania, el contacto de más alto nivel entre los dos países desde que comenzó el conflicto, terminó sin progresos.
El ucraniano Dmytro Kuleba dijo que no había conseguido ninguna promesa del ruso Sergei Lavrov de detener los ataques para que la ayuda pueda llegar a los civiles y evacuar a cientos de miles de personas atrapadas en el asediado puerto de Mariúpol.
Lavrov no dio señales de hacer ninguna concesión, repitiendo las exigencias rusas de que Ucrania se desarme y acepte un estatus neutral. También dijo que Kiev parece querer reuniones por el mero hecho de reunirse y culpó a Occidente de intensificar el conflicto al armar a su vecino.
El acontecimiento más destacado el miércoles fue un bombardeo en un hospital infantil en la asediada ciudad portuaria de Mariúpol, en el mar de Azov, que según las autoridades ucranianas dejó 3 muertos y 18 heridos, entre ellos niños y mujeres embarazadas.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, y los países occidentales condenaron el bombardeo. En un mensaje de Twitter, Zelenskyy dijo que había niños bajo los escombros y preguntó al mundo: “¿Cuánto tiempo más el mundo será cómplice ignorando el terror?”
Este jueves, Lavrov afirmó que el bombardeo ocurrió después de que las fuerzas ucranianas tomaron el hospital y que no había pacientes allí.
Pero el problema es que la crisis humanitaria en general está aumentando en toda Ucrania, mientras Rusia pone trabas a la evacuación de refugiados de las zonas donde los combates son más intensos.
Acuerdos de alto al fuego para permitir evacuaciones han fracasado, mientras Ucrania acusa a Rusia de proseguir los bombardeos, Zelenskyy dijo que unas 35.000 personas lograron escapar el miércoles de varios pueblos asediados.
También hubo críticas a Moscú por crear corredores humanitarios para los refugiados hacia Rusia y Bielorrusia. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo el miércoles que “es ofensivo sugerir que el pueblo ucraniano debería buscar refugio del mismo gobierno que ha demostrado tal desprecio por sus vidas”.
Mientras tanto, la vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris, viajó a Varsovia para agradecer a Polonia por acoger a cientos de miles de ucranianos, en medio de una turbulencia diplomática inesperada sobre aviones de combate.
El miércoles, los funcionarios estadounidenses descartaron una propuesta de Polonia de trasladar aviones de combate Mig-29 a una base de EE. UU. en Alemania para enviarlos después a Ucrania.
El portavoz del Pentágono, John Kirby, dijo que “las naciones soberanas pueden decidir por su cuenta lo que quieren hacer, pero esta idea de transferir esos aviones … es algo que no exploraremos por ahora”.
Una evaluación de inteligencia estadounidense dijo que esa transferencia sería considerada un “alto riesgo” y podría ser percibida como una escalada por Putin.
En la Casa Blanca, la secretaria de prensa, Jen Psaki, dijo que miércoles que “es bastante claro, y no hay que ser un experto militar, para entender que enviar aviones desde una base de EE. UU. a una parte disputada del país donde hay una guerra no es de nuestro interés ni del interés de la OTAN”.
Fuente: VOA