Washington (EFE).- El fiscal general de Ucrania, Andriy Kostin, aseguró que se han documentado 80.000 casos de crímenes de guerra y que están creciendo exponencialmente después de que varias ciudades que estuvieron bajo dominio ruso hayan sido liberadas durante los últimos meses.
Ante los miembros de la Cámara Baja, el fiscal apuntó que la “responsabilidad conjunta” de la comunidad internacional es “hacer todo lo posible para descubrir los crímenes horribles que Rusia está cometiendo en Ucrania”.
Aunque “la exposición no es suficiente para garantizar que esto nunca vuelva a suceder y para brindar justicia a las víctimas y sobrevivientes”.
Kostin pide que Estados Unidos no solo siga apoyando a Ucrania militarmente sino que también coopere para que se fortalezcan los mecanismos para que “todos aquellos que orquestaron y permitieron la comisión de crímenes” rindan cuentas.
Así, sería primordial que EE.UU. ayudara a Ucrania en “varias iniciativas legislativas”, como la condena al secuestro ilegal de niños de Ucrania a Rusia (unos 20.000).
También la designación del grupo mercenario Wagner como una organización terrorista extranjera.
La autorización al Departamento de Justicia a transferir al Departamento de Estado el producto de los bienes incautados para brindar asistencia a Ucrania.
O la creación de un Tribunal especial para el castigo a los crímenes de guerra.
“Entiendo que el Congreso de Estados Unidos ha considerado nuevas enmiendas al código penal para incluir una nueva disposición que penalice los crímenes de lesa humanidad, lo que evitaría la impunidad de tales crímenes cuando los perpetradores aparezcan en suelo estadounidense”, recordó Kostin.
Cuando Estados Unidos “toma la iniciativa en estos temas”, añadió, “el mundo observa y se envalentona con nuestros propios esfuerzos para obtener justicia internacional”.
En la audiencia ofrecieron su testimonio dos supervivientes de la Guerra, entre ellos una mujer de 57 años cuya ciudad cayó en manos rusas.
Vivió un año intentando sobrevivir para ser luego detenida y sometida a torturas durante varios días.
“Me tuvieron cinco días detenida, me golpearon, me forzaron a desvestirme, cortaron mi cuerpo con un cuchillo y amenazaban con violarme y matarme. Llegaron a ponerme una pistola en la cabeza y a simular que me ejecutaban y me obligaron a cavar mi propia tumba”, contaba la mujer.
Tras su liberación logra llegar a territorio Ucraniano gracias a la ayuda de unos amigos y se acoge al programa Uniting for Ukraine.
El cual ofrece un visado humanitario a los ucranianos que tienen familiares en el país.
“Necesitamos que Estados Unidos siga dando a Ucrania ayuda militar y también necesitamos ayuda para ajusticiar a quienes cometieron esos crímenes”, afirmó la mujer.
También habló otra mujer, contando la historia de Roman, un adolescente enviado a un campo de reeducación.
Donde se le sometió a un intenso intento de lavado de cerebro con videos de propaganda. Iba a ser trasladado a una nueva familia rusa que se le había asignado pero logró escapar.
Una práctica común que, según denunció la mujer, busca “despojar a los niños de su identidad ucraniana”.
“Llamo a la comunidad internacional para tomar medidas juntos para poner más presión sobre el país agresor para hacerles devolver a todos los niños ucranianos a Ucrania. Es un deber moral retornar a todos los niños a casa”, afirmó.
Según Kostin, lo descrito por estas personas “no son una anormalidad ni una excepción”.
“Tal comportamiento es una característica de la doctrina militar y política rusa y el ‘modus operandi’ de las Fuerzas Armadas rusas y sus representantes”.
“Rusia ha cometido crímenes de lesa humanidad en Ucrania y, cito, estos actos no son aleatorios ni espontáneos. Son parte del ataque generalizado y sistemático del Kremlin contra la población civil de Ucrania”, afirma.