La temporada de las fiestas de fin de año con frecuencia trae consigo unos invitados no deseados — el estrés y la depresión y no es de sorprender. Las fiestas con frecuencia presentan una gran cantidad de exigencias — preparar comidas, hacer compras, hornear, limpiar y recibir huéspedes, para nombrar solo algunas. Pero según Mayo Clinic con algunos consejos prácticos puedes reducir al mínimo el estrés que acompaña las fiestas. Quizás hasta termines disfrutando de las fiestas más de lo que crees.
Cuando el estrés está al máximo, es difícil tomar un momento y reorganizarse. Intenta prevenir el estrés y la depresión desde el comienzo, especialmente si las fiestas te han causado una carga emocional en el pasado.
Acepta tus sentimientos. Si alguien cercano recientemente ha muerto, o si no puedes estar con tus seres queridos por otras razones, recuerda que es normal sentir tristeza y angustia. Está bien tomarte el tiempo para llorar o expresar tus sentimientos. No puedes forzarte a estar feliz solo porque es la temporada de las fiestas.
Busca apoyo. Si te sientes solo o aislado, busca eventos de la comunidad o religiosos, o u otros eventos o comunidades sociales. Muchos quizás tengan sitios web, grupos de apoyo en línea, sitios de redes sociales, o eventos virtuales. Pueden ofrecer apoyo y compañía.
Si tienes estrés durante las fiestas, también puede ayudarte hablar con un amigo o un familiar sobre lo que te preocupa. Intenta el contacto con un texto, una llamada, o una conversación por video.
Ser voluntario o hacer algo para ayudar a otros también es una buena idea para darte ánimo y hacer nuevas amistades. Por ejemplo, considera llevar una comida y postre a un amigo en su casa durante las fiestas.
Sé realista. Las fiestas no tienen por qué ser perfectas o exactamente como las del año pasado. Al cambiar y crecer las familias, las tradiciones y los rituales con frecuencia también cambian. Elige algunos que quieras conservar, y acepta crear algunos nuevos. Por ejemplo, si tus hijos adultos u otros familiares no pueden venir a tu casa, encuentra nuevas maneras de celebrar juntos, como compartir fotos, emails o videos. O véanse de manera virtual en una llamada por video. Aunque tus planes para las fiestas sean diferentes este año, puedes encontrar maneras de celebrar.
Ignora las diferencias. Trata de aceptar a tus familiares y amigos tal como son, aunque no cumplan con todas tus expectativas. Ignora los agravios hasta tener un momento más apropiado para hablar sobre ellos. Y sé comprensivo si otros se disgustan o se angustian cuando algo sale mal. Es posible que también estén sufriendo los efectos del estrés y la depresión causados por las fiestas.
Limítate a un presupuesto. Antes de comprar regalos y comida, decide cuánto dinero puedes gastar. Luego limítate a esa cantidad. No intentes comprar felicidad con un montón de regalos.
Prueba estas alternativas:
Dona a una organización de caridad en el nombre de un ser querido.
Regala cosas que hiciste tú mismo.
Comienza un intercambio de regalos en la familia
Planifica con anticipación. Planea días específicos para salir de compras, hornear, conectarte con amigos, y otras actividades. Considera si puedes hacer cualquiera de tus compras por internet. Planea los menús, y luego prepara una lista para las compras. Esto te ayudará a no tener que salir de apuro a comprar ingredientes que olvidaste. Asegúrate de tener ayuda para preparar la comida, y para limpiar después.
Aprende a decir que no. Decir que sí, cuando deberías decir que no, puede hacer que te sientas resentido y abrumado. Los amigos y colegas van a entender si no puedes participar en todos los proyectos o actividades. Si no es posible decir que no cuando tu jefe te pide que trabajes tiempo extra, intenta quitar alguna otra cosa de tu lista para ese día a fin de recuperar el tiempo perdido.
No abandones tus hábitos saludables. No permitas que las fiestas se conviertan en una ocasión para excesos. Esto solo va a sumar más estrés y culpa.
Intenta con estas sugerencias:
Come una merienda saludable antes de las comidas en las fiestas para que no te excedas con los dulces, quesos, o bebidas.
Come alimentos saludables.
Duerme bien.
Incluye actividad física en tu rutina diaria.
Prueba hacer ejercicios de respiración profunda, meditación, o yoga.
Evita el consumo excesivo de tabaco, alcohol y drogas.
Considera cómo la cultura de información puede crear demasiado estrés, y ajusta el tiempo que pasas leyendo las noticias y las redes sociales cuanto sea necesario.
Está bien tomar un respiro. Reserva tiempo para ti. Encuentra una actividad que disfrutes. Toma un descanso sin compañía. Pasar 15 minutos solo, sin distracciones, puede refrescarte lo suficiente para enfrentar todo lo que necesites. Encuentra algo que reduzca el estrés aclarando la mente, haciendo más lenta tu respiración, y restableciendo tu paz interior.
Algunas opciones pueden ser:
dar un paseo por la noche y mirar las estrellas
escuchar música suave
leer un libro
Busca ayuda profesional si la necesitas. A pesar de tus esfuerzos, quizás encuentres que te sientes triste o ansioso, acosado por problemas físicos, sin poder dormir, irritable y desesperanzado, sin poder enfrentar las tareas de rutina, y que estos sentimientos persisten. Si estos sentimientos duran por un tiempo, habla con tu médico o con un profesional de salud mental.
Por esta época es probable que la ingesta de postres y frituras se incremente, pero es necesario hacerlo con moderación, ya que puede ser riesgoso para la salud cardiovascular, sobre todo para las personas que han sido diagnosticadas con hipertensión.
Las comidas especiales se encuentran entre los placeres de las celebraciones navideñas. Sin embargo, para las personas con enfermedades digestivas o aquellas que se exceden, las comidas de las fiestas pueden producir rápidamente la versión alimentaria de una resaca.
La Navidad, si bien es una época vacacional muy especial desde el punto de vista familiar y social, puede entrañar riesgos para nuestra salud, debido a la frecuencia con la que, durante esos días, los hábitos saludables son sustituidos por costumbres mucho menos convenientes: desde un aumento del consumo del alcohol y el tabaco, al abandono del ejercicio físico o la ingesta de menús y alimentos hipercalóricos.