Con llamadas telefónicas amenazantes, furgonetas de pasajeros quemadas y al menos tres conductores asesinados a balazos, las pandillas callejeras más estrechamente asociadas con América Central están imponiendo su estilo de extorsión basada en el terror entre los conductores del transporte público en el sur de México.
Organizaciones de la delincuencia organizada, entre ellas las pandillas rivales Mara Salvatrucha y Barrio 18, llevan mucho tiempo presentes en la zona fronteriza entre México y Guatemala, pero las autoridades mexicanas dicen que su número ha aumentado durante el último año a medida que El Salvador ha tomado medidas enérgicas contra los pandilleros y sus actividades criminales.
Los conductores de camionetas de pasajeros y taxis, de quienes depende la gente para el transporte en Chiapas, un estado en gran parte rural, dicen vivir con miedo por su sustento o por sus vidas. Han reaccionado alarmados, realizando paros laborales temporales para llamar la atención de las autoridades. El dueño de una empresa de transporte en Tapachula ha comenzado a trasladarse acompañado de guardaespaldas.
“Si no hacemos nada vamos a ser un Salvador en pequeño”, afirmó un líder de conductores en el pueblo de Huixtla, donde un chofer fue baleado por dos hombres en una motocicleta en febrero pasado. El hombre solicitó el anonimato por temor a represalias de las pandillas.
Varios conductores en Huixtla mostraron comprobantes a The Associated Press que documentan los pagos, con fechas de hasta hace un año.
En general, la extorsión comienza con alguien que sube al vehículo y entrega un celular al conductor, a veces mientras le apunta con un arma a la cabeza. Se indica a los choferes que entreguen el teléfono al propietario del vehículo, furgoneta o taxi, con lo que establecen una línea directa de comunicación.