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En el principal centro de reclutamiento de soldados voluntarios en Moscú hay un constante goteo de hombres entrando y saliendo. Uno de ellos es Artión, de 29 años, casado y con un hijo que ya ha firmado el contrato y se va a combatir a Ucrania. "Lo hago por patriotismo, amo a mi país y me veo obligado a ir", explica a RTVE.es.
"Es lo que se debe hacer, lo correcto" asegura, por su parte, Nicolai en la puerta del centro.
Otro argumento es el económico. El salario en combate parte de los 2.350 euros, el triple del sueldo medio, más los extras que se pagan. Por
día en operaciones ofensivas activas son 92 euros y 577 euros por kilómetro avanzado o por la destrucción de equipos enemigos.
Todo esto no sirve de nada si el soldado muere o acaba gravemente lesionado en el campo de batalla. Rusia lleva meses sin dar cifras de sus bajas, pero se calcula que son decenas de miles los militares y mercenarios caídos en la guerra de Ucrania.
Para sus familiares también hay ayudas en caso de muerte. La campaña para reclutar soldados es evidente y se ve en carteles en comercios, marquesinas, vallas publicitarias y anuncios que apelan a la hombría de los ciudadanos rusos.