Si bien es cierto que no podemos medir a todo el mundo con la misma vara, también es cierto que la representación que ha tenido la conocida sociedad civil en el manejo de la cosa pública deja mucho que decir.
Pecaría de injusta si no reconociera la labor de algunas personas que, aunque no militaban políticamente, han ido al Estado a aportar y a adquirir nuevas experiencias, sin embargo, precisamente esos quienes son “la excepción”, hoy deben de reflexionar y sentirse arrepentidos por haber fomentado el odio y el repudio generalizado, y ser parte de la ola hipócrita para concretizar la antipolítica que es y sigue siendo la bandera de los llamados sociedad civil.
Es un momento propicio para que los y las políticas recupere su espacio y hagan una tregua de respeto entre clase, donde se vuelva al tiempo en que la guerra era de ideas distintas entre adversarios, pero siempre ejerciendo la política con orgullo y respeto por el noble oficio.
Aunque se vea turbio y difícil, por todo el “antisistema” que gobierna en diferentes países, diciendo que no es político para hacer política, muchas veces perversa, sin embargo, ya se va haciendo más evidente en nuestro país, que quienes se dedican a la política motivados por una sensibilidad social y conocimiento de la cosa pública, en su mayoría, han terminado siendo mejores gerentes.
Los pocos políticos que llegaron al poder en el 2020 junto con el presidente Abinader, cometieron el error de comprar el argumento de la antipolítica que tenía una élite de popis que le acompañó, y que al final utilizaron en contra de dichos políticos(as), quienes hoy sufren desde la bancada observando cómo entre oligarcas y popícratas devoran el país gobernando para favorecer a unos cuantos, luego de haberles utilizado como maquinaria política desechable.
Es tiempo, ya, de los y las políticas reivindicarse y defender su clase, porque es más que evidente que este país se sostiene mucho más gracias a los aportes que han hecho los políticos al Estado qué aquellos que dicen llamarse “sociedad civil”, con contadas excepciones.
¿Toda la clase política es buena? No, en todo gremio siempre aparecerán mediocres, sinvergüenzas, farsantes, persona con ineficiencias y altos niveles de corrupción, ahora, ningunos de los defectos aquí señalados son exclusivos de quienes practican la política, estos anti-valores son transversales en la humanidad, independientemente la carrera o el oficio al que te dediques.
El asunto está en que si no comprendemos a la sociedad en su conjunto, sobre esa base, nunca seremos capaces de ser más sensatos/as.
Este artículo no se trata de evadir la responsabilidad que ha tenido la clase política de muchas malas prácticas, el asunto está en que debemos de aprender a reconocer el tipo de político o política que queremos, pero para tales fines, lo primero que debemos de entender es que nuestro alcance es limitado, debido a que los medios seleccionan bajo su criterio la información que se difunde y las redes nos encierran en burbujas que nos impide muchas veces, conocer el panorama completo.
Hoy la Suciedad Civil mancha y salpica a quienes creyeron en ciertas voces disidentes del estatus quo, que una vez en el Gobierno, no han sido más que ineficientes en sus funciones y sin vergüenzas y charlatanes en el manejo de los recursos públicos.