La mansión de los hermanos Menéndez, situada en Beverly Hills, brilla un aura siniestra que ha cautivado la imaginación de los visitantes. En los últimos años, esta casa, que alguna vez representó el lujo y la opulencia, se ha convertido en uno de los destinos turísticos más frecuentados de los Estados Unidos. Los turistas, con cámaras en mano, se detienen frente al portón de hierro forjado, susurrando sobre los trágicos acontecimientos que tuvieron lugar en su interior.
A simple vista, la mansión parece una más de las numerosas propiedades exclusivas de la zona: jardines meticulosamente cuidados, una fachada de estilo colonial español y una piscina que refleja las palmeras vecinas. Sin embargo, para quienes conocen la historia, la casa es un sombrío testimonio de una noche de agosto de 1989, cuando Lyle y Erik Menéndez dispararon mortalmente a sus padres, José y Kitty, en el salón principal.
El juicio de los hermanos, transmitido por televisión en los años noventa, se convirtió en un fenómeno mediático que dividió al público. Décadas después, plataformas de streaming como Netflix y Hulu han reavivado el interés por el caso con documentales y dramatizaciones, atrayendo a nuevas generaciones que ven la casa como un lugar de culto para los entusiastas del llamado “turismo oscuro”.
La mansión, ubicada en 722 North Elm Drive, fue construida en los años 20, pero adquirió notoriedad tras los crímenes. En ese momento, José Menéndez, un exitoso ejecutivo del entretenimiento, y Kitty habían invertido una fortuna en remodelarla, decorándola con muebles importados y arte europeo. Los vecinos recuerdan las fiestas ostentosas, donde celebridades de Hollywood se mezclaban con empresarios influyentes.
Sin embargo, esa imagen de éxito se desmoronó el 20 de agosto de 1989, cuando los cuerpos de los Menéndez fueron hallados en el salón. La escena era escalofriante: los disparos habían destruido muebles, paredes y hasta el techo. El caso se complicó aún más cuando, meses después, los hermanos confesaron los asesinatos, alegando años de abuso físico y psicológico por parte de su padre.
Hoy, la mansión ya no pertenece a la familia. Fue vendida en 1994 por 1.3 millones de dólares, una suma notablemente baja para el mercado de Beverly Hills, dadas las circunstancias. Sin embargo, esto no ha disuadido a los curiosos, quienes se agrupan para tomar fotos o contratar tours que narran con detalle morboso lo que ocurrió en cada rincón de la propiedad.
Los tours y el resurgir del caso
“Este lugar no es solo una casa; es un pedazo de la historia estadounidense”, comenta James Turner, guía turístico especializado en casos de alto perfil criminal en Los Ángeles, según reseña CNN. Sus recorridos incluyen paradas en la mansión de los Menéndez, la casa de Sharon Tate y otros sitios infames. “La gente siente una mezcla de fascinación y repulsión. Es como mirar a través de una ventana al lado oscuro del sueño americano”.
Los visitantes suelen detenerse frente a la icónica entrada de la mansión. Algunos dejan flores, otros simplemente observan en silencio. “Hay algo inquietante en saber que todo parecía perfecto desde afuera, pero dentro de esas paredes había tanto dolor”, dice a la cadena norteamericana Melissa Romero, turista que viajó desde Texas para ver el lugar.
La reapertura del interés en el caso se debe, en gran parte, a la serie documental “Menendez: Blood Brothers” y a una campaña en redes sociales que busca reexaminar el veredicto de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional para los hermanos. Algunos argumentan que las nuevas generaciones ven en ellos no solo a asesinos, sino también a víctimas.
El turismo oscuro no es nuevo, pero la mansión de los Menéndez destaca por la cantidad de visitantes que recibe y el fervor que genera. En 2023, la casa fue incluida en un listado no oficial de los “Lugares más intrigantes de Los Ángeles”, junto a sitios como el Hotel Cecil y el letrero de Hollywood.
Sin embargo, este interés no está exento de críticas. Sandy Goldstein, historiadora y autora de “Crimen y turismo: una mirada al morbo”, señala que esta fascinación puede trivializar las tragedias humanas. “Es importante recordar que estos lugares tienen una carga emocional para las víctimas y sus familias. No son solo destinos turísticos”.
Pese a ello, el flujo de visitantes parece ir en aumento, alimentado por el auge de las redes sociales y la eterna fascinación por los misterios no resueltos. La mansión de los Menéndez no solo representa un capítulo oscuro de la historia estadounidense, sino también la compleja relación de la sociedad con el crimen, la fama y el deseo de encontrar sentido en lo trágico.