Por Cándido Mercedes
“Si te encontrases en un barco que hace agua continuamente, la energía dedicada a cambiar de embarcación probablemente sea más productiva que la energía dedicada a parchear las fugas”. (Warren Buffett).
La restauración de la confianza es al mismo tiempo una necesidad, una obligación y un desafío, y sucede que los grandes retos a que nos vemos abocados implican soluciones creativas, innovadoras y audaces. Los desafíos de hoy no pueden emprenderse con soluciones de ayer. Vale decir, hoy se acusan nuevas respuestas a los nuevos retos, a las nuevas confrontaciones e instigación epocal.
El momento que vivimos es como una cantera de desafíos que generan como consecuencia de su ritmo estelas acuciantes. De ahí que el imperativo categórico es buscar respuestas novedosas, al auge de la incertidumbre, y de la creación del miedo.
Respuestas que se constituyan en relevantes en sí mismas, con nuevos ojos, nuevos lentes y las antorchas de nuevos paradigmas.
Se trata de buscar en cada río, en cada agua, en cada puente, la disposición esencial en la construcción de nuevas formas de liderar que penetre y rupture toda la problemática de antaño, que ayer nos dieron éxito, pero que hoy no es dable redituarlo, prolongar el pasado de acción y decisión con un presente que trae consigo la trascendencia de todos los tiempos, por la velocidad con que se presenta y los ingredientes que contiene como emergente sistémico que hay involucrado e interactuando.
Si ayer Albert Einstein nos invocaba a la reflexión con la frase “Si queremos resultados diferentes, no pretendamos seguir haciendo lo mismo”, hoy “Nada fracasa tanto como el éxito”, al decir de Arnold Toynbee. Nos encontramos con actores económicos, sociales, que responden de manera tubular en una especie de túnel donde el tiempo no pasa y entonces, abordamos toda la problemática y con ella, las oportunidades desde la perspectiva de antaño, sin visión, con el mero voluntarismo y un supuesto activo de la experiencia congelada en el pretérito. Nuevos retos con vieja estrategias y el cálculo frío del titiritero.
En el mundo de la sociedad de las redes (Manuel Castells), de la sociedad líquida (Zygmund Bauman), de la posmodernidad (Jean Francois Lyotard y Jean Baudrillard), del campo y habitus (Pierre Bourdieu), de la sociedad del riesgo (Anthonny Giddens y Ulrich Beck), de la necropolítica (Achillie Mbembe), del pensamiento complejo (Edgar Morin) y de la psicopolítica (Byung-Chul Han), en ese mundo categorial, conceptual, es que se trata de auscultar y explicar la realidad compleja que hoy nos aterra, nos reta, acusando una rivalidad pasmosa.
De ahí la crisis de pensamiento y del pensar que hay en la actualidad, donde no es posible encontrar al “sabelotodo”, empero, si al “aprendelotodo”, cuya caracterización mayor está en la necesaria apertura mental frente a toda la rivalidad que nos demandan los fenómenos políticos, sociales, culturales y económicos que otean en el mundo.
Toda esa dimensión compleja requiere nuevas formas de liderar, que tipifique de manera diáfana una disposición esencial, que acuse actitudes y aptitudes relevantes, en una visión holística, comprendiendo la interconectividad e interdisciplinariedad del conocimiento.
Al mundo le urge una forma de liderazgo que trascienda la mera posición, que, al fin de cuentas, lo que deriva es en el poder per se. Las sociedades demandan un liderazgo de elección, que transforma y trasciende la autoridad que convoca el cargo o puesto. En el plano político vamos a ilustrar el abismo entre la práctica política que trilla el sistema de partidos y lo que dicen la Constitución y la Ley 33-18 de Partidos, Movimientos y Agrupaciones políticas.
La Constitución en su Artículo 216 sobre Partidos políticos dice “La organización de partidos, agrupaciones y movimientos políticos es libre, con sujeción a los principios establecidos en esta Constitución.
Su conformación y funcionamiento deben sustentarse en el respeto a la democracia interna y a la transparencia, de conformidad con la ley. Sus fines esenciales son:
1) Garantizar la participación de ciudadanos y ciudadanas en los procesos políticos que contribuyan al fortalecimiento de la democracia; 2) Contribuir, en igualdad de condiciones, a la formación y manifestación de la voluntad ciudadana, respetando el pluralismo político mediante la propuesta de candidaturas a los cargos de elección popular; 3) Servir al interés nacional, al bienestar colectivo y al desarrollo integral de la sociedad dominicana.
En el Artículo 13 de La Ley 33-18, referido a Atribuciones, tiene 8 numerales. El 5 señala “Elaborar y ejecutar planes y programas políticos, económicos y sociales que contribuyan a solucionar los problemas nacionales en el marco de la transparencia, la honradez, responsabilidad, la justicia, equidad y solidaridad”.
El numeral 8 esboza “Promover la ética ciudadana y los valores cívicos. El Artículo 24, relativo a DEBERES Y OBLIGACIONES, contiene 13 numerales. De los 13 numerales solo cumplen con 3/13, para un average de 230/1000 y un porcentaje pírrico de 23% (23/100).
Hay un abismo insondable entre lo legal, normativo, constitucional y la praxis política del sistema de partidos, todo lo cual se expresa en la desafección hacia los partidos políticos, que lleva a muchos ciudadanos a la errática posición de la indiferencia hacia la democracia, cuando lo que se necesita es más y mayor democracia.
El ejercicio de la práctica política, en el enorme abismo, está generando los hallazgos escabrosos del estudio del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo sobre Cultura política, publicado en el 2023.
Las fuerzas emergentes demandan nuevas formas de pensar, de actuar, pues se precisa de ser competitivo en el mercado, que contiene la necesidad de obtener ganancia en el lugar de trabajo.
Adaptarse, readaptarse, configurar, reconfigurar, amerita de una nueva reflexividad sociológica, que toma en cuenta la asunción de toda la tecnología, que asombra como cambia el tiempo y se achican las generaciones.
Los últimos 44 años han significado la condensación de la condensación de la historia. Estos 44 años, esto es, desde 1980 del siglo pasado, han reflejado la más alta redimensión de las creaciones científicas-tecnológicas.
Se cree que un niño (a) que nace hoy, llegará a un promedio de vida de 130 años. En el Siglo XVII era de 35 años. En el Siglo XVIII, la esperanza de vida al nacer se colocaba en 35-42. En el Siglo XIX de 45. En el Siglo XX, a comienzos, aumentó entre 50-60 años.
Construir una nación más justa, que es posible, llama al espacio de la solidaridad, de la colaboración, del ejercicio, del compromiso del verdadero ser humano, que ahogue lo más factible, lo que habita en cada uno de nosotros, como son los 7 Pecados Capitales (la ira, la gula, la lujuria, la mentira, la codicia, la avaricia y la pereza).
Siendo la séptima economía de América Latina y la primera del Caribe y Centro América, debemos dar un golpe de timón para reducir la desigualdad, para generar un nuevo modelo económico, no solo más inclusivo, sino con un capital humano que responda a la nueva fase de la quinta revolución industrial, que como señalaba el futurólogo Peter Drucker en 1995 en su libro La Sociedad postcapitalista, parafraseándolo “Tierra, trabajo y capital, no serán lo más importante, sino el conocimiento”.
29 años después de aquella predicción profética, es toda una realidad. Mientras más agregamos valor, merced al conocimiento, más productividad y competitividad alcanza un país y, en consecuencia, se logra un círculo virtuoso: más y mejores salarios, más motivación y más avanzamos en la escalera de Abraham Maslow y de Douglas Mcgregor. Pertinente es subrayar que el ingreso per cápita en nuestro país es de US$11,200 dólares; sin embargo, el 67%, de la población no alcanza ese promedio.
La desigualdad del ingreso y de la riqueza, en nuestra formación social, es de las más altas de la región (5/33). Como el segundo en feminicidios o femicidios: 2/33. Líder en embarazos en niñas y adolescentes: 22/100; y, 8 dominicanos mueren todos los días en accidentes de tránsitos: 44/100,000, ocupando el vergonzoso y triste primer lugar, no ya de la región, sino del mundo. El costo social, económico, emocional, psicológico, es espeluznante.
Ello, ha de implicar políticas pública y políticas de Estado más novedosas, más audaces, para conducirnos por un sendero más inclusivo y no tener en un territorio tan pequeño como país, 48,442 km2 y 10.9 millones de habitantes, encontrándonos con 10 tipos de ciudadanos diferentes por sus condiciones materiales de existencia, lo que conlleva a la necearía alineación de 10 agendas que no deje a nadie atrás, con el rol del Estado desde una visión de derecho.
El golpe de timón hoy ya no puede ser de grado, ha de constituir un cambio de categoría. Es inocultable que tenemos que empujar esta transición para que la erosión no nos invada, sobre todo, por los factores externos que se ciernen en el mundo. Tenemos que cruzar el abismo ahora, de manera proactiva: saber y no hacer es no saber. Talento humano es conocimiento, más comportamiento. Como decía ese gran genio, el más innovador, Thomas A. Edison “Una buena intención, con un mal enfoque, conduce con frecuencia a un mal resultado”.