La temporada de huracanes en la costa del Atlántico de Estados Unidos iniciará dentro de poco más de dos semanas, y los meteorólogos esperan una actividad particularmente alta este año. Debido a que este verano se esperan condiciones más cálidas que lo usual en el Atlántico Norte, los expertos han pronosticado que en esta temporada se podrían producir ocho o más huracanes.
Si bien los meteorólogos no pueden pronosticar cuántos huracanes tocarán tierra, o si alguno de ellos lo hace, la posibilidad de que varias tormentas peligrosas caigan sobre las costas del sur y del este plantean un problema adicional para las autoridades, que ya enfrentan la pandemia de COVID-19.
Los expertos afirman que la pandemia ha puesto a prueba las capacidades de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), que es el organismo gubernamental responsable de la coordinación en casos de desastre, así como de otras organizaciones que participan en la reacción ante desastres naturales.
El Teniente General retirado del ejército estadounidense Jeffrey Talley, que actualmente encabeza los esfuerzos mundiales sobre el manejo de desastres en el Centro para los Negocios del Gobierno de IBM [International Business Machines Corporation, Corporación Internacional de Máquinas de Negocios] declaró a Newsweek que, dado que la FEMA y otras autoridades están ocupadas con la respuesta a la pandemia, los recursos estarán restringidos si se produce un huracán.
“Cuando analizamos un desastre… pienso en él en términos de cómo nos preparamos, cómo reaccionamos y cómo nos recuperamos de este tipo de sucesos”, señaló Talley. “Ahora mismo, estamos en medio de la respuesta ante el COVID-19. Ninguno de nosotros está realmente seguro de cuánto va a durar esto y de qué manera será diferente la respuesta [ante los desastres], digamos, dentro de dos meses o dentro de seis meses, y así sucesivamente”, afirmó.
De acuerdo con Talley, la pandemia podría complicar la respuesta ante un huracán al interrumpir el flujo de suministros de emergencia en áreas donde se requieren urgentemente, o al saturar los hospitales en momentos cruciales. “Tenemos un proceso de cadena de suministros que ya está estresado y restringido”, dijo.
El distanciamiento social y las órdenes de permanecer en casa también obligarán a las autoridades de la costa sur y este a reconsiderar la manera en que manejan a las personas que deben evacuar sus casas en caso de desastre. Si bien muchos estados ya están levantando algunas restricciones de confinamiento, la distancia social seguirá siendo importante durante muchos meses en el futuro.
La temporada de huracanes en la costa atlántica de Estados Unidos abarca desde el inicio de junio hasta finales de noviembre, y durante ese tiempo, es posible que se haya producido una segunda oleada del virus, como pronostica los expertos, lo cual podría obligar a las autoridades estatales a reinstaurar las órdenes de permanecer en casa.
“En el pasado, las personas podían congregarse con seguridad en estadios de gran tamaño; sin embargo, esta pandemia ha hecho que los funcionarios reconsideren sus planes para manejar en forma articulada la propagación de la enfermedad, al tiempo que mantienen a las personas seguras y sanas en los refugios contra las tormentas”, declaró a Newsweek Sheldon Yellen, director ejecutivo de BELFOR Property Restoration, una empresa de recuperación y restauración de desastres que ha participado en la respuesta ante algunos de los huracanes que han provocado más daños materiales en Estados Unidos.
Entre ellos está el huracán Katrina, ocurrido en 2005, y una de las tormentas más devastadoras de la historia de Estados Unidos, que produjo la muerte de más de 1,800 personas y que ha sido el más costoso de que se tiene registro, al provocar daños con un costo calculado en 75,000 millones de dólares.
Sin embargo, a pesar de la devastación que provocó, Katrina no ha sido el huracán más mortífero de la historia estadounidense. Ese título le corresponde al gran huracán de Galveston de 1900, en el que murieron entre 8,000 y 12,000 personas, de acuerdo con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), lo que lo convierte en el desastre natural más mortal de la historia estadounidense.
Si los meteorólogos detectan un huracán potencialmente peligroso en camino hacia el territorio estadounidense, los manejadores de emergencias tendrán que decidir cómo equilibrar los peligros planteados por la tormenta y los provocados por la pandemia.
Refugiados del huracán Katrina en el Astrodome de Houston. Katrina, que tocó tierra estadounidense en 2005, fue un ciclón tropical de categoría cinco que provocó más de 1,200 muertes. Foto: Bob Levey/WireImage/Getty Images
“En el área de impacto inmediato, el riesgo provocado por un huracán será muchísimo mayor para los seres humanos que el COVID. Así que tendremos que evaluar los riesgos”, señaló Talley. “Habrá partes donde el riesgo de COVID-19 superará el impacto del huracán, quizás debido a que las personas están bastante alejadas de las costas y los efectos son limitados. Así que se tendrán una serie de medidas en cascada, que dependerán de cuál será el riesgo según los cálculos realizados”.
Se espera que la temporada de huracanes de la costa atlántica de Estados Unidos sea particularmente activa, y los expertos pronostican que superará el promedio de 12 tormentas y seis huracanes.
Por ejemplo, los meteorólogos de la Universidad Estatal de Colorado (CSU, por sus siglas en inglés), pronostican que la temporada de 2020 será más activa de lo usual y que presentará “una probabilidad por encima del promedio de que los huracanes de gran magnitud toquen tierra a lo largo de la parte continental de Estados Unidos”, de acuerdo con su pronóstico. El equipo de la CSU pronostica 16 tormentas en esta temporada, ocho de las cuales se convertirán en huracanes.
The Weather Company ha emitido un pronóstico similar y ha pronosticado 18 tormentas, de las que nueve se convertirán en huracanes, entre los que se producirán cuatro de gran magnitud. Estos pronósticos se basan en gran medida en las observaciones de las temperaturas particularmente cálidas que se han producido en el Océano Atlántico en semanas recientes.
De acuerdo con Yellen, la preparación es clave para mitigar los peores efectos de la temporada de huracanes en medio de la pandemia, ya que ayuda a salvar vidas y limita el daño económico.
“Una de las lecciones que hemos aprendido del COVID-19 es que siempre es mejor prepararse antes que después”, dijo. “Al comprender que la temporada de huracanes está a la vuelta de la esquina y que comenzará en junio, Estados Unidos necesita atender las orientaciones de los funcionarios locales, estatales y federales, preparar con anticipación a las familias y a los hogares ante las posibles tormentas, y contar con artículos de primera necesidad o con un ‘kit de emergencia’ que pueda durar varios días.
“La incertidumbre que se produce en los desastres naturales puede provocar mucho miedo; todos nosotros lo hemos experimentado de una forma de otra durante esta pandemia, pero saber cómo prepararse mejor uno mismo y a su familia, sus negocios y su comunidad es clave para permanecer tranquilos y seguros”.
La FEMA afirma que está preparada para la próxima temporada de huracanes, y uno de los voceros del organismo declaró a Newsweek que cuenta con “sólidos componentes de planificación, puesta en práctica y lecciones aprendidas que nos ayudarán a prepararnos para los desastres y responder a ellos”.
El organismo continuó diciendo: “Aun cuando la FEMA está centrada en responder ante el COVID-19, también estamos preparándonos y manteniéndonos listos para otros desastres como las inundaciones que se producen en primavera, los climas extremos y la próxima temporada de huracanes. Actualmente, la FEMA cuenta con más de 2,900 empleados que trabajan en la respuesta a la pandemia de COVID-19, de los más de 20,500 empleados del organismo que están preparados para responder a otras emergencias en caso de que ocurran”.
Como parte de su preparación para las emergencias, el organismo ha desarrollado una serie de sesiones de capacitación en línea para lograr que sus miembros sean más capaces de adaptarse a distintas emergencias y para generar mayor capacidad. Si se requiere apoyo adicional, la FEMA afirma que puede activar la Fuerza de Reacción Extraordinaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), integrada por empleados federales del DHS y de otros organismos.
Pete Gaynor, administrador de la FEMA, afirmó previamente que no se trata únicamente de la FEMA, sino de todos los organismos y manejadores de emergencias locales, estatales, tribales y territoriales, quienes tienen que reevaluar cómo se manejará la respuesta ante tipos de emergencias más tradicionales en un entorno de pandemia. El organismo afirma que todas las respuestas ante desastres deben ser “ejecutadas a escala local, gestionadas a escala estatal y apoyadas a escala federal”.
“Para lograr que este sistema funcione, la comunicación clara es muy importante”, señaló el vocero de la FEMA.
“Actualmente, trabajamos con nuestros estados y con otros socios en algunos de estos temas y en la manera en que esto podría afectar al establecimiento de refugios u otros recursos más tradicionales que se proporcionan como respuesta a las emergencias. Sin embargo, hemos establecido algunas asociaciones muy importantes. Y en la respuesta actual ante el COVID-19, participan todos los niveles de gobierno, el sector privado, los organismos sin fines de lucro y las organizaciones religiosas, de manera que se utilicen todos los recursos posibles”.
Yellen también se muestra esperanzado de que, a pesar de la pandemia, los organismos de respuesta a emergencias sean capaces de hacer frente al impacto de cualquier huracán que llegue a Estados Unidos en la próxima temporada.
“Las medidas de distancia social podrían hacer que los procesos de evacuación sea más complicados, pero podemos estar tranquilos, ya que BELFOR y otros organismos de respuesta a emergencias están preparados para colaborar en la reacción de emergencia ante huracanes como siempre lo han hecho”, afirmó.
Pie de foto:
Imagen de archivo: Un huracán se aproxima a Estados Unidos. iStock
Se espera que la temporada de huracanes en la costa atlántica de Estados Unidos sea particularmente activa debido a que se han producido temperaturas más cálidas en el océano y a que hay una tendencia hacia condiciones que conducen al fenómeno de La Niña conforme avanza la primavera y el verano, declaró a Newsweek Todd Crawford, Meteorólogo en Jefe y Científico de Datos de The Weather Company. El fenómeno de La Niña es el enfriamiento periódico de la parte oriental y central del Océano Pacífico ecuatorial, que influye en los patrones climáticos de todo el mundo.
Este fenómeno puede debilitar la cizalladura del viento, que es el cambio en la dirección del viento en distintas alturas de la atmósfera, sobre la zona tropical del Atlántico, donde se forman los huracanes, lo que permite una mayor actividad de tormentas. Una alta cizalladura del viento inhibe en gran medida el desarrollo de tormentas tropicales. Por su parte, las temperaturas cálidas del océano proporcionan el combustible indispensable para los huracanes.
“En estos pronósticos previos a la temporada, uno de los mejores factores de predicción de la actividad total de la temporada es simplemente la cantidad de calor en el Océano Atlántico Norte”, declaró Crawford a Newsweek. “Este es un factor de pronóstico aún mejor que simplemente observar las temperaturas de la superficie marina (TSM) en el Océano Atlántico.”
En abril pasado, las TSM del Atlántico Norte alcanzaron niveles récord para esa época del año, y existe una correlación razonablemente sólida entre las altas temperaturas del Atlántico Norte y la actividad total, de acuerdo con Crawford.
“Hemos desarrollado dos modelos estadísticos en los que se utilizan las TSM del Atlántico y del Pacífico para pronosticar la actividad, y ambos modelos producen las mayores predicciones desde 2010, que fue una temporada ‘hiperactiva’”, dijo. “Además, estos modelos ni siquiera ‘ven’ la tendencia esperada hacia las condiciones de La Niña, que generalmente debilitan la cizalladura del viento en la zona tropical del Atlántico y permiten una mayor actividad”.
Estos pronósticos no siempre son acertados. Sin embargo, las autoridades y los organismos de respuesta ante emergencias necesitarán poner atención a los pronósticos correspondientes a la temporada 2020 para asegurarse de que están preparados para la doble amenaza de los huracanes y la pandemia de COVID-19.
Asimismo, es probable que cualquier desastre natural resulte agotador desde el punto de vista físico y emocional para las personas que ya están angustiadas como resultado de las dificultades relacionadas con el COVID-19.
“Esta pandemia ha hecho sufrir mucho a la gente, y añadir un evento climático grave a la mezcla hará que todo sea mucho más difícil de afrontar, especialmente en áreas que han sido duramente golpeadas por el virus y están en riesgo de enfrentar fuertes tormentas”, señaló Yellen. “En este momento, animaría a los líderes de negocios y funcionarios a recordarle a todas las personas que no están solas y que las comunidades afectadas podrán obtener la ayuda que necesitan”.