El abogado de Erik y Lyle Menéndez, Mark Geragos, solicitará a la justicia en una audiencia de hábeas corpus el 25 de noviembre que los hermanos sean sentenciados por homicidio involuntario, informó su equipo de prensa.
Si el juez a cargo del caso falla a favor, los hermanos podrían quedar de inmediato en libertad, debido a haber cumplido más de la condena máxima por este cargo en California que es de 11 años.
Otra alternativa para los Menéndez, cuyo caso ha vuelto a la opinión pública gracias a un documental y a la serie de Netflix "Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez", es obtener una nueva sentencia.
Para abordar esta petición, la justicia ha fijado otra audiencia para el 11 de diciembre.
El fiscal distrital de Los Ángeles, George Gascon, se mostró a favor de esta moción la semana pasada, cuando dijo que pediría al juez que redujera la sentencia de los hombres actualmente condenados a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional por asesinato.
Una sentencia menor abriría la posibilidad para que los Menéndez soliciten libertad condicional ante una junta.
Adicionalmente, su defensa formalizó un pedido de clemencia ante el gobernador de California, Gavin Newsom, para Lyle y Erik quienes tienen 56 y 53 años, respectivamente.
La petición también recibió el aval de Gascon, quien envió a Newsom cartas de recomendación al respecto.
"Apoyo firmemente la clemencia para Erik y Lyle Menéndez, que actualmente cumplen penas de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional", dijo Gascon en un comunicado este miércoles.
"Han cumplido 34 años, respectivamente, y han continuado sus estudios y trabajado para crear nuevos programas de apoyo a la rehabilitación de sus compañeros de prisión".
El asesinato en 1989 de José y Mary Louise Menéndez fue objeto de un auténtico frenesí mediático en Estados Unidos.
El juicio de Lyle y Erik, en 1993, se retransmitía diariamente por televisión.
Los fiscales argumentaron que los hombres conspiraron para matar a sus padres y hacerse con una herencia de 14 millones de dólares.
El padre, José Menendez, era un inmigrante cubano que amasó una fortuna y fue director de operaciones del sello discográfico RCA.
La defensa sostuvo que los hermanos eran víctimas de abuso sexual y físico continuo por parte de su padre, y del silencio cómplice de su madre, por lo que estallaron después de años de sufrimiento.
Los hermanos, que tenían 18 y 21 años, no fueron condenados en primera instancia porque el jurado no llegó a un veredicto unánime.
Un segundo juicio en el que el juez se negó a examinar elementos relacionados con agresión sexual concluyó en 1996 con su condena a cadena perpetua por asesinato premeditado.
Los Menéndez fueron condenados en 1993, luego de dos juicios extensamente cubiertos por los medios que les dieron amplia notoriedad.
En la época, la Fiscalía los acusó de haber matado a sangre fría a su padre José, un inmigrante cubano convertido en importante ejecutivo de la música, y a Mary Louise "Kitty", una exreina de belleza, para hacerse con una herencia de 14 millones de dólares.
Pero la defensa presentó a los jóvenes, que tenían 21 y 18 años cuando ocurrió el crimen, como víctimas de abuso sexual y psicológico a manos de un padre extremadamente controlador y de una madre negligente.
El caso recobró fuerza en parte gracias a la miniserie de Netflix "Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez" y de un documental.
Los Menéndez están recluidos en San Diego, a unos 265 kilómetros del tribunal al norte de Los Ángeles que decidirá su futuro.
La campaña que busca su liberación, con figuras como Kim Kardashian, tiene voz constante en Tammi Menéndez, esposa de Erik, quien la semana pasada acudió a las redes para pedir: "¡Liberenlos antes de las fiestas de fin de año!".
En medio de la expectativa por ver cómo lucen los hermanos ahora de 56 y 53 años, el tribunal sorteará 16 puestos dentro de la corte para personas del público en general.
La defensa de los Menéndez trabaja en tres alternativas para liberarlos.
Su abogado, Mark Geragos, busca que la justicia cambie el cargo de homicidio en primer grado a homicidio involuntario.
Esto podría significar la libertad inmediata para los hermanos, quienes ya superaron la pena máxima por este cargo en California, de once años.
La fiebre por el caso parece alcanzar un nivel similar al de los años 1990, cuando el juicio se transmitía en televisión y estaba en boca de todos, dentro y fuera de Estados Unidos.
Decenas de personas visitan los alrededores de la mansión en Beverly Hills donde ocurrió la tragedia que estremeció al país.
Christian Hannah, un australiano nacido casi dos décadas después del crimen, incluyó la residencia en su recorrido debido a la fascinación por el documental.