“Porque aún nos queda la palabra”, suele decir el periodista Pablo McKinney; esa piedra impetuosa que según Dostoievski suena con fuerza cuando estalla, como si partiera algo en pedazos.
Ayer en la noche, aparcado en la Universidad Pedro Henríquez Ureña, interrumpí con reticencia la lectura de un cuento de Hemingway sobre “la breve vida feliz de Francis Macomber”; un experimentado “cazador” que fue a cazar un “león de primera”, sin embargo; petrificado por el miedo frente a la fiera, le temblaron las manos y terminó “cazado” por su cobardía.
Salvó la vida de milagro por ayuda del guía que le acompañaba.
En otra ocasión, para demostrar su valentía, enfrentó a un búfalo, pero por mala suerte o componenda, terminó desplomado en el suelo por uno de los suyos.
Observé en el primer debate senatorial organizado por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), al candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD); extraño, incoherente, poco expresivo y que mostraba clara señal de no estar en pleno estado de lucidez. Balbuceaba, intentando coordinar en su cabeza sus confusas ideas; mientras los otros dos, con sobrada elocuencia y sobriedad, exponían sus argumentos sobre las preguntas abordadas por los moderadores.
Tanto el doctor Daniel Rivera, candidato del Partido Revolucionario Moderno (PRM), como Demóstenes Martínez, candidato de la Fuerza del Pueblo (FP), mostraron al país que su provincia escogerá entre los mejores representantes para la Cámara Alta.
De los aspirantes a la senaduría del Distrito Nacional, el debate fue más inquietante; un Moreno que no resistía la tentación de acudir al pasado para destruir a su adversario, alejándose de la personalidad de un proyecto senatorial y refugiándose en la inmensa popularidad de la candidatura del presidente Abinader, reflejada en las principales encuestas del país publicadas por RCC Media.
El candidato de Alianza País pudo haber desempeñado un mejor papel comprometiendo públicamente a Fernández con una de las propuestas que motivan el apoyo absoluto del aparato del PRM: la reforma Constitucional para blindar la independencia del Ministerio Público.
Omar, de treinta dos años, proyectó el atractivo de su personalidad en el escenario y las grandes pantallas de televisión que engalanaban el moderno auditorio, con pedagogía y extraordinarias habilidades comunicacionales, irradió un deslumbrante magnetismo que cautivó al público. El “efecto Moreno”, opaco y deslucido, como una carreta vieja difícil de empujar, enfrenta un liderazgo carismático que es muy cuesta arriba derrotar con palos y zanahorias.
Lo que no significa que tendrá la mala suerte de Macomber, es decir; aún marcando una tendencia desfavorable en el proceso electoral como reflejaron sus constantes ataques a Omar, por la fortaleza del PRM en la capital, podría ganar las elecciones.
Hay candidatos que ganan procesos electorales y pierden el día de las elecciones, otros; con mejor suerte, ganan elecciones aún perdiendo en los procesos electorales.
El futuro no está escrito y el día D -mayo 19- lo determinará el desembarco de las tropas.
Por Julio Alberto Martínez Ruíz