“Alberto Fujimori se fue con crímenes impunes y sin pedir perdón”, lamentaron este viernes familiares de víctimas asesinadas por militares en las matanzas de Barrios Altos y Cantuta, por las cuales el fallecido expresidente peruano fue condenado a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad.
La despedida del octogenario expresidente ha estado marcada por un notable contraste entre la multitud que acude a su velorio y la soledad del repudio a la cuestionada década que estuvo en el poder en 1990.
“Ya está muerto, el señor se fue sin pedir perdón a los familiares, ha sido una burla para nosotros”, dijo sollozando a la AFP Gladys Rubina, hermana de una de las 15 víctimas de la masacre de Barrios Altos perpetrada un 3 de noviembre de 1991.
“La muerte del expresidente nada me quita porque sigo llevando un dolor dentro de mí. A mi hermana Nelly me la mataron”, se lamentó Rubina de 56 años.
El ex hombre fuerte de Perú, que gobernó entre 1990 y 2000 en plena crisis por la hiperinflación y la violencia de Sendero Luminoso, murió el miércoles a los 86 años en su vivienda de Lima después de recibir tratamiento contra un cáncer de boca.
Para Carmen Amaro, hermana de una de las 10 víctimas del caso Cantuta (1992), Fujimori partió sin cumplir toda su condena y con un juicio en curso por la muerte de seis campesinos ejecutados por militares en Pativilca, al norte de Lima, en 1992.
“Con su muerte no acaba, ni condona la pena. Fujimori seguirá siendo el asesino y el principal responsable de la desaparición de nuestros familiares”, declaró a la AFP Amaro. Su hermano Richard, un estudiante de 25 años de la universidad La Cantuta, fue quemado tras ser ejecutado de un balazo y sepultado en un fosa común por militares.
Las matanzas fueron cometidas por un escuadrón de la muerte del ejército, conocido informalmente como Grupo Colina y encargado de “operaciones especiales” de inteligencia en el marco de la lucha contra las guerrillas y el terrorismo de Sendero Luminoso bajo el gobierno de Fujimori, según determinó la justicia.