Mientras su madre le grabó un vídeo comiendo pan con aguacate en su oficina , Carlos Valdez, intentó adjudicarse una orden de más de 1.5 millones de pesos para refrigerios en el ministerio de la Juventud (MJ).
Entendiendo el dicho o sea, los códigos de barrios que indican que las redes sociales son puras falacias, se puede interpretar la “supuesta” humildad de un joven ministro que vende desde su lecho una sencillez que contrasta tan pronto tiene a manos el disponer de los recursos del Estado.
Tan reciente como este martes, le fue rechazada por la dirección de Compras y Contrataciones Públicas (DCCP), una licitación por más de 1.5 millones de pesos para la compra de refrigerios en el ministerio de la Juventud.
Este caso junto a otros escándalos han marcado las pautas del Gobierno luego que el presidente Abinader tomase la rienda de un segundo mandato.
Si acabar de concluir el trauma que representó la propuesta de reforma fiscal a la ciudadanía, así como los contratos de arrendamientos de Bartolomé Pujals y, la desacertada comunicación del ministerio de Administración Pública (MAP) que instaba a los empleados del Estado a presentar sus facturas de servicios, otro escándalo más se viene a la deriva.
El ingeniero civil con un máster en economía verde y Estrategia de sostenibilidad de la Universidad de Lleisa, es la cuarta persona en ocupar la posición de ministro de la Juventud en los primeros cuatro años de Luis Abinader, las dos primeras destituidas por escándalo de corrupción.
Valdez, fue designado en dicha posición a mediado del mes de julio en sustitución de Rafael Jesús Feliz García.