Esteban Zambrano estuvo 13 días secuestrado en Puerto Príncipe, la capital de Haití, la experiencia que vivió este chileno de 34 años en junio de 2023 se ha vuelto cada vez más común en un país donde el caos y violencia no conocen límites.
Haití está pasando ahora por uno de los momentos más críticos desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse, ocurrido el 7 de julio de 2021.
El sábado hombres armados entraron a la principal cárcel del país, liberaron a más de 3.700 presos y exigieron la renuncia del primer ministro Ariel Henry.
Este ataque ocurre cuando, según distintos informes, las pandillas armadas controlan cerca del 80% del territorio de la capital haitiana.
“Siempre ha habido violencia en Haití, pero ahora los grupos están cada vez más atrevidos, están cada vez más osados”, cuenta Zambrano desde Puerto Príncipe, en diálogo con BBC Mundo.
“Esto parece una guerra civil”, agrega. “Las bandas han crecido tanto en la cantidad como en la fuerza y están llegando a niveles que antes no se habían visto”.
“Ahora están atacando estaciones de policía, bancos, lo que encuentran a su paso. Atacaron el aeropuerto y quedaron registros de bala en los asientos de los aviones”.
El principal aeropuerto del país está cerrado, el gobierno decretó estado de emergencia en la capital, el cual incluye toque de queda nocturno.
Durante el día, pocos se arriesgan a salir a la calle.
“Nosotros estamos encerrados”, dice Zambrano, quien vive con su esposa, la uruguaya Carolina da Silva, y sus cuatro hijos.
Ambos trabajan en la organización cristiana Comunidad Vástago, dedicada a labores educativas y religiosas.
Por ahora, no tienen planes de abandonar Puerto Príncipe pese al aumento de los secuestros, las extorsiones, las violaciones y los asesinatos.
Están en medio del proceso de adopción de tres de sus cuatro hijos y, mientras eso no se concrete, quieren permanecer en el país.
Este es el relato en primera persona de Zambrano sobre cómo fue su cautiverio.
Una tarde los niños llegaron de la escuela y minutos después comenzó un tiroteo con armamento pesado, armamento de guerra. Tuvimos que refugiarnos en un lugar seguro dentro la casa.
No solo han aumentado los tiroteos, también los secuestros. Así lo vivimos nosotros aquí en Puerto Príncipe.
Al principio no le dimos tanta importancia, pero el año pasado los secuestros comenzaron a llegar cada vez más cerca de nuestra casa.
En un momento escuchamos que hubo un secuestro a 10 cuadras de nuestra casa. Unos días después supimos de otro, pero esta vez a ocho cuadras. Y después, uno a solo seis cuadras.
Entonces, decidimos salir por un par de semanas porque nos contaron que estaban preguntando por nosotros.
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Después se calmaron un poco las cosas y regresamos. Seguimos trabajando con nuestra organización cristiana hasta que llegó un momento en que nos preguntamos con mi esposa, ¿qué hacemos?, porque el tema del secuestro era una posibilidad latente.
Fuente: BBC