Decenas de personas que se apostaron ante la embajada de Estados Unidos en Haití buscando seguridad a causa de la violencia de las bandas armadas, fueron dispersadas por la Policía Nacional Haitiana (PNH).
Tras huir de sus casas en el barrio capitalino de Tabarre, hombres y mujeres con sus hijos, acamparon en los alrededores de la sede diplomática en busca de resguardo.
Los ciudadanos haitianos declararon que se han visto obligados a abandonar sus casas por culpa de los bandidos, por lo que, ha ido a refugiarse frente a la embajada norteamericana.
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Denunciaron que fueron agredidos con gases lacrimógenos para disolvernos cuando solo buscaban protección.
La utilización de gases lacrimógenos creó una situación de tensión en el entorno de la legación, con los congregados corriendo en todas direcciones.
Había bebés, niños, mujeres y sobre todo jóvenes de zonas como Dumornay, Gallette y Morquette, en Tabarre, presa de la violencia de las bandas.
Desde el fin de semana, las bandas han vuelto a la acción en varios puntos de la zona metropolitana de Puerto Príncipe y en otras ciudades de Haití, lo que se traduce en un aumento del número de secuestros y la proliferación de ataques armados en todo el país.
Las bandas armadas han resurgido ante el declive del movimiento justiciero conocido como Bwa Kale, que ha provocado la muerte de más de 200 presuntos delincuentes y allegados a los bandidos que han sembrado el caos los últimos cinco años.
El pasado fin de semana, al menos una docena de personas fueron secuestradas en Haití, entre ellas una periodista, mientras la Policía se muestra impotente para hacer frente a la situación.
El pasado 7 de julio se conmemoró el segundo aniversario del asesinato del presidente Jovenel Moise.
El 7 de julio de 2021 un grupo fuertemente armado de supuestos mercenarios, la mayoría colombianos, irrumpió en la residencia privada de Moise y lo asesinó a tiros.
A raíz del magnicidio se agravó la crisis multidimensional que desde hace años vive Haití, donde las bandas armadas se han hecho fuertes y controlan parte del territorio, en especial Puerto Príncipe y sus alrededores, generando una espiral de violencia que ha obligado a huir de sus casas a miles de personas.